Fiestas, demonios y fuego
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Mallorca

El fuego y los demonios protagonizan algunas de las fiestas más populares de Mallorca, con rituales y máscaras únicas en cada municipio. Un culto atávico que escenifica la eterna lucha del bien y el mal.

Desde el inicio de los tiempos, el fuego ha sido esencial para los humanos, que lo han rodeado de magia y misterio. En Mallorca, sus cualidades emergen en fiestas singulares arraigadas a la tradición más remota, donde aparece vinculado a su oscuro señor, el demonio o dimoni. Un personaje que en el cristianismo encarna tentaciones y maldades, pero que en la isla se transforma en un ser tontorrón, un poco inocente y bromista. 

Fuego y demonio, símbolos primigenios que se nutren de las raíces agrícolas de una sociedad tradicional, aparecen en dos fiestas señaladas: Sant Joan —que marca el solsticio de verano— y Sant Antoni Abat, protector de animales y rebaños, invocado por los ganaderos y el mundo rural. 

En la vigilia de Sant Joan, el 23 de junio, en Palma y otras localidades se celebra un espectacular correfoc, en el que diversos grupos de demonios (colles de dimonis) persiguen al público con sus palos de fuego y acompañados por bestias incendiarias como el Drac de Na Coca, dragón legendario de Palma. El espectáculo finaliza con una gran batucada que indica el comienzo de la verbena musical. 

Pero fuego y demonio exhiben su máximo esplendor en el corazón del invierno: la noche del 16 de enero en la fiesta de Sant Antoni Abat. Se celebra en todos los pueblos de Mallorca, pero resulta espectacular en Sa Pobla, Manacor o Artà. La celebración gira alrededor del enfrentamiento del bien y el mal. Los demonios y el santo recorren las calles interpretando bailes en los que Sant Antoni se sitúa en el centro y los demonios —las tentaciones humanas— giran a su alrededor en el sentido contrario de las agujas del reloj. De noche, se encienden enormes hogueras o foguerons y se celebran cenas de vecinos y combates de glosas, versos con contenido escatológico o sobre la actualidad local.

Las mil caras del mal
La imaginación popular atribuye al dimoni una forma corpórea: es feo, peludo, de color rojo o negro, tiene cola y cuernos retorcidos como los del macho cabrío. Y, en Mallorca, incluso se clasifican por categorías: el Dimoni Gros es el principal, el más maligno, seguido por una corte de dimonions, travieso espíritu inferior. Cada localidad tiene sus propios demonios. He aquí los más distinguidos. 

MANACORLa capital de Llevant celebra durante tres días las fiestas de Sant Antoni. El principal elemento es la colla de dimonis, grupo de tres demonios encabezado por el Dimoni Gros, que luce una faja roja y una gran máscara del mismo color recubierta de pelo negro, con grandes incisivos y cuernos. Le siguen dos dimonions, que cometen travesuras entre el público y llevan un cencerro al final de la espalda. Todos los demonios llevan un largo bastón y un traje de tela de saco pintado con formas geométricas y dibujos de color verde y rojo. 

ARTÀLa fiesta de Sant Antoni empieza el 16 de enero honrando al patrón con actos litúrgicos y correfocs, demonios que recorren el pueblo con antorchas y estandartes. Pero el momento más esperado es ball del dimoni (baile del demonio), al que asisten los vecinos con camisa blanca y pañuelo rojo para bailar al son de tambores, palos y cencerros demoniacos. El símbolo de la fiesta son dos demonios vestidos de negro con un esqueleto pintado en blanco; también llevan una máscara roja que saca la lengua, con los dientes rotos y enormes cuernos retorcidos. En la mano, una gran caña hace las veces de cetro infernal. 

MUROEn la Plaça del Convent confluyen demonios, músicos, cabezudos y una pareja de gigantes que baila frente al  Ayuntamiento, acto que da paso a la verbena central. Los vecinos organizan cenas al aire libre y degustan deliciosas espinagades, cocas cerradas rellenas de anguila o lomo y verduras. Los demonios llevan un traje negro con llamas pintadas, una horca en la mano y máscara con pelo y grandes cuernos retorcidos. 

SA POBLA. Sant Antoni es el patrón de Sa Pobla, a quien se rinde homenaje a lo grande durante dos semanas de fiestas que alcanzan su momento álgido el 16 de enero. Por la tarde aparecen Sant Antoni y los dimonis, estos con una escoba que emplean para atizar a los más jóvenes. La mayoría de demonios visten de rojo, llevan alas negras de murciélago y una gran máscara roja y negra, y acompañan a un par de dimonis totalmente negros. Desfilan con gigantes y cabezudos hasta la iglesia, donde se celebran las misas completas. Después se encienden las hogueras, bailan los demonios en la Plaça Major y empieza el gran espectáculo piromusical. 

CAPDEPERA. La localidad celebra un acto singular la tarde del 16 de enero: el encuentro de los dimonis y la rompuda de la creu de murta. Frente a la iglesia hay una gran cruz en el suelo realizada con ramitas de mirto; llegan los demonios, cada uno por un lado, y se saludan con un intenso abrazo que da paso a su primer baile. Después se dirigen a la cruz de mirto y la deshacen con sus piernas y sus cañas. Desde allí, pasean por el pueblo y recorren los foguerons. Capdepera tiene cuatro demonios: dos de ellos protagonizan las fiestas de Sant Antoni locales y los otros aparecen en la fiesta que se celebra el siguiente fin de semana en Cala Rajada. Cada demonio lleva una gran máscara con incisivos prominentes y una caña en la mano. Lucen trajes de color marrón y verde con dibujos de reptiles, plantas, llamas y formas geométricas.

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