Can Prunera Museo Modernista, situado en Sóller, acogió la segunda exposición en solitario del artista mallorquín Fernando Esteban Manotes.
La vida de Fernando Esteban Manotes (Palma, 1953) aparece marcada por el arte, el silencio, los viajes y el azar. De pequeño era vecino de Joan Miró, con quien trabó una amistad que le llevó a interesarse por el dibujo. Con solo dieciocho años reconvirtió una casa familiar de la Bonanova en su taller, donde, en el primer piso, vivía el artista norteamericano Ellis Jacobson (San Diego, California, 1925-Palma, 2013), quien le transmitió conocimientos sobre equilibrio compositivo y cromatismo.
En 1975 realizó su primera exposición en solitario en la galería 4 Gats de Palma, a la que asistió Miró. Poco después, emprendió un viaje a Japón que marcó la esencia compositiva de su pincelada, gracias a su fascinación por la obra de maestros japoneses como Hakuin, Hirochique o Utamaro. En el país nipón realizó varias exposiciones y entró en contacto con la meditación, a la que permanece vinculado desde entonces.
La década de los ochenta estuvo marcada por la gestualidad informalista. En los noventa conoció en Barcelona al expresionista abstracto Kenneth Noland, quien lo estimuló para conseguir la beca de la Krasner Pollock Foundation en 1991, que le fue concedida. Posteriormente, inició un viaje personal que el propio Manotes define como un «juego sin pretensión fijada, sin objetivo expreso». Realizó su última exposición en solitario en Mallorca en el año 2000 en la Galería Altair (Palma). En 2019, después de casi dos décadas, se reencontró con el público en Can Prunera Museo Modernista para mostrar “Un largo y solitario viaje. Arte, vida y silencio en Manotes”.