Singular armonía
© Silvia González Poncelas
Barcelona

Nos reunimos con cuatro artistas en sus respectivos sectores (teatro, diseño, arquitectura y videojuegos) que viven enamorados de la capital catalana. No todos nacieron en Barcelona pero la quieren, la admiran y la respetan.

“Barcelona tiene mucha pasión, desea y consigue muchas cosas, tiene un posicionamiento muy claro y se puede vivir en ella independientemente de Gaudí y de la arquitectura. La gente que vive aquí es feliz porque la ciudad es un territorio creativo que genera una energía diferente”. Así define Javier Peña la ciudad que le acogió con los brazos abiertos desde su llegada. 

“Es una ciudad que hace bajada porque va de la montaña al mar, y así nos orientamos, en ese plano idílico. Es práctica, invita a pasear, y está llena de historia y de barrios muy diferentes entre sí”, apunta Joan Puigcercós.

Gracias a esa bajada al mar, para Lluís Pasqual, Barcelona huele a mar. Usando un símil con el mundo del teatro, asegura que la capital catalana cambia el decorado cada 400 metros, algo absolutamente extraordinario. “El Eixample es único en su especie, el Gòtic, el Born, Gràcia, el Raval... Hay muchas Barcelonas y todas están al alcance; es una ciudad cálida con detalles y matices tan diferentes como la gastronomía, la historia humana...”, matiza el director de ENTI.

Tirando de recuerdos, Merche Alcalá comenta cómo creció en una Barcelona de posguerra, en la zona Icària, formada por auténticas bancadas de tierra: nada que ver con la modernidad que se vislumbra desde la celebración de los Juegos Olímpicos en el año 1992. “Toda la ciudad es diferente, incluso en clima, porque ¡puede llover o incluso nevar en un barrio pero no en otro!”, destaca.

Esa diversidad de gente, clima y barrios es lo que la hace tan especial. Además, tal y como coinciden nuestros tertulianos por un día, es una ciudad fácil que invita a pasearla. “Barcelona no necesita guía sino más bien que descubras, con las manos en los bolsillos, un edificio emblemático en cada esquina, una tienda, un restaurante… ¡Es algo que genera sorpresas incluso a los autóctonos!”, resalta Puigcercós. Y no solo el centro de la ciudad, tal y como puntualiza el director de ELISAVA, vecino del barrio de Horta: “Mi barrio es como un pueblo pero en realidad estoy en la ciudad; puedo coger la bici e irme a Collserola o al Laberint d’Horta mientras que trabajo en Las Ramblas. Esa contraposición es perfecta porque también huele a montaña. Incluso en según qué zonas te puedes encontrar con un jabalí y no es algo malo, sino más bien interesante”.

“Algo que nos diferencia de otras ciudades turísticas es que la puedes recorrer a pie. Hay lugares más complicados para acceder, como el Parque Güell, pero si comparas con otras capitales europeas, para ir de una zona a otra puedes tardar 20 o 25 minutos a pie mientras allí tardas unos 40 minutos en metro”, recalca Manel Casals, Director General del Gremi d’Hotels de Barcelona presente en la conversación.

Además, el tiempo de Barcelona típicamente mediterráneo es excepcional, algo muy valorado por los visitantes de la misma. “Da rabia que tengamos sol pero a la vez da mucha alegría. Sin embargo también es nuestro mayor contrincante porque, cuando llega el buen tiempo, la gente se va a la playa y no tiene tiempo de ir al teatro”, lamenta el director teatral.

Eso sí, todos coinciden en el gran cambio que ha sufrido la Rambla, un lugar que todavía conserva su esencia alrededor de las 8 de la mañana, antes de que ciudadanos y turistas se apresuren a recorrer sus 1.200 metros. “Antes la Rambla era el lugar contra la solitud del barcelonés; siempre encontrabas a alguien con quien hablar y acabar sentado en una terraza”, recuerda Pasqual.

Discretos y educados, hospitalarios y nada entrometidos, cualquiera puede sentirse libre paseando junto a los catalanes que conviven en las diferentes zonas de Barcelona. Y eso es gracias al crisol de estilos y culturas que cohabitan en la ciudad. “Es infinita”, resume Alcalá. 

“Tiene tantos contrastes que resulta imposible definirla”, sentencia. Según el director del Teatre Lliure, a los catalanes les gusta más hacer teatro que ir a verlo, por lo que Barcelona cuenta con multitud de equipamientos en los que sorprenderse con espectáculos musicales o teatrales de todo tipo. Además de aconsejar encerrarse por un rato en alguno de esos recintos, Lluís aconseja a los visitantes que no se pierdan un viaje en coche que empiece en la Carretera de les Aigües, para contemplar la ciudad desde las alturas, mientras bajan hasta Montjuïc para admirar la inmensidad del mar.

En esta línea, los hoteles de Barcelona también pueden ser emplazamientos únicos para observar la ciudad desde una perspectiva privilegiada. “Y es que poco a poco, los hoteles de la ciudad se han convertido en puntos de encuentro para los barceloneses, pues ofrecen espacios y servicios únicos, como sus terrazas: rincones escondidos en las alturas que permiten disfrutar de la ciudad desde la Torre Agbar hasta el Port Vell”, afirma Casals.

Tras el recorrido visual propuesto por Pasqual y Casals, no cabe más que sucumbir a las magníficas construcciones de dos genios de la arquitectura modernista: Domènech i Montaner y Antoni Gaudí. “El interior de la Sagrada Familia es impresionante. Cuando conoces el concepto de Gaudí, la naturaleza, las proporciones... Lo que sientes, seas o no religioso, con la energía que hay allí y con la luz que entra por las vidrieras, es espectacular”, admira Peña. “Y que la estén construyendo ahora mismo, en este momento de la historia, la hace todavía más espectacular”, detalla.

Puigcercós propone una ruta que combina obras de los arquitectos antes mencionados. Siguiendo con ese símil de “bajar la ciudad”, el exdirigente político inicia el recorrido en el recinto modernista de Sant Pau para llegar a la Sagrada Familia, pasear y maravillarse con los edificios que ocupan el Passeig de Gràcia y finalizar la ruta en el Palau de la Música, el gran desconocido del modernismo.

Disfrutando de este recorrido, también pueden observarse otras joyas arquitectónicas de la ciudad como el Monument Hotel, el Hotel Claris, el Mercer Hotel Barcelona o el Hotel Casa Fuster. “Todos ellos edificios que han crecido con la ciudad y que cuentan con una historia única y especial” afirma Casals. 

“Descubrir la ciudad desde los tejados de algunos edificios del casco histórico de la ciudad es toda una experiencia” cuenta Alcalá, una arquitecta enamorada de los espacios fascinada por la cantidad de lugares ocultos que todavía le quedan por conocer; ‘El Rey de la Magia’ y la cuchillería de la plaça del Pi son otros lugares destacados por nuestros invitados, curiosamente, dos tiendas con aparadores muy característicos que conservan la esencia y el carácter distinto de la ciudad.

Pese a esa esencia tan peculiar, Puigcercós remarca que se trata de una ciudad que se reinventa cada día en todas sus vertientes. “No te la acabas, pero tampoco te la puedes perder”, finaliza Lluís Pasqual.
 

Fotografías: © Paco Lago