Conocida mundialmente por su festival de cine, su rally de coches de época, su carnaval o sus playas, esta bellísima localidad costera es una combinación perfecta de cultura, sol, ocio y gastronomía durante todo el año.
Sitges es puro arte. A solo media hora de Barcelona, sus casas encaladas y su aire de pueblo de pescadores atrapan al visitante, como su variada oferta museística. Tras la iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla se encuentra una trilogía de edificios que son auténticas joyas arquitectónicas y que albergan en su anterior múltiples obras de arte. Es el caso del Museo del Cau Ferrat, la casa-taller del pintor y escritor Santiago Rusiñol. Un auténtico templo del modernismo que también acoge obras de El Greco o Picasso. En el Museo de Maricel, otro referente ubicado en el antiguo Hospital de Sant Joan, pueden admirarse colecciones de escultura y pintura antigua y moderna. Y en el Palau Maricel, el edificio más representativo del novecentismo en Sitges, destaca el Salón de oro y el Salón azul, la capilla, el claustro y las terrazas.
Por su parte, los amantes del arte contemporáneo tienen cita obligada con la Fundación Stämpfli, que acoge casi un centenar de obras de 60 reconocidos artistas de 21 países. Pero museos al margen, a Sitges hay que admirarla paseando a través de sus rutas urbanas guiadas como la de los Americanos, con las casas modernistas impulsadas por los vecinos que emigraron a ultramar en busca de fortuna. Y, como no, visitando los Jardines Terramar. Un espacio natural recuperado que acoge el festival de música Jardins de Terramar con artistas como Luis Fonsi, George Benson o Rick Astley. Pero Sitges no sólo se disfruta en verano. En otoño tienen lugar el Sitges, Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya y la Fiesta de la Vendimia; en invierno, el carnaval y el Rally Internacional de Coches de Época Barcelona - Sitges; y en primavera, la Feria de Arte, el Festival Internacional de Patchwork o el Festival Jazz Antic Sitges, entre otros.
Malvasía: variedad de uva autóctona
La malvasía, cuyos orígenes datan del siglo XIV, forma parte de la historia patrimonial y emocional de Sitges. No es solo una variedad de uva y de vino dulce, más bien se trata de un fiel testimonio del pasado viticultor del municipio que estuvo a punto de desaparecer por la plaga de la filoxera en el siglo XIX, y que ha pasado a ser protegido, conservado y divulgado gracias al Centro de Interpretación de la Malvasía (CIM). Recientemente inaugurado, se ubica en el antiguo Corral de la Vila y la antigua bodega del Hospital de Sant Joan Baptista, y durante la visita se pueden catar las diferentes variedades del producto, comprarlo y vivir el proceso de producción gracias a las visitas a la viña del propio Hospital.